jueves, 7 de febrero de 2008

Tres Olivos, Tres Cruces están clavadas

Es sabida la analogía de penitencia establecida para cualquier monte que los contenga (los olivos) a la que añado la de las cruces que coronan algún que otro emblemático monte como lugar de peregrinación de costoso ascenso.
Pues bien, eso cada día es la norma para acceder al derecho a cobrar para el condumio conforme al deber de llegar al distrito C en tiempo y forma…
Tradiciones no solo grecolatinas dan al número “tres” un importante lugar en la vida (consciente e inconsciente), bien aprovechada por las religiones, que también sobre “sólidos” trípodes han fundamentado mitos y leyendas, la de más amplio eco –por la hilaridad que a algunos nos produce- la de la Santísima Trinidad.
Sin llegar tan lejos en cuanto a transcendencia pero sí con recalcitrante regularidad, cada mañana (sobre todo si es algo después de las 8:00 h) el número “tres” se me aparece con incómodo retintín en cuanto abordo el transbordo de Tres Olivos: (1) Despropósito en el diseño, (2) Desprecio de la demanda y (3) Gratuita humillación diaria.

(1) Los usuarios nos rompemos la cabeza –seguramente para romper mediante pensamientos el tedio que produce no poder siquiera leer, tan apretados llegamos- preguntándonos cómo diantres diseñaron cortada en dos la línea 10 hacia el Norte para compatibilizar dicotomías de no se sabe qué tramos de frecuencia horaria de trenes o requisitos de tamaño de éstos según empiece o no a llamarse (o cobrarse solo desde RdlaC como) MetroNorte: La realidad es que si muchos somos los que llegamos a Tres Olivos, muchos también somos los que literalmente nos empaquetamos en un tren con menos vagones aún, a acoger también por añadidura a los que ya habían llegado en uno y hasta dos trenes precedentes.

(2) La falta de previsión respecto al número de pasajeros que utilizarían la línea no justifica que no deban tomarse medidas reparadoras. Ya sé que rehacer su trayectoria sin el desaguisado con tufillo especulativo en que consiste el hilarante recorrido Montecarmelo-Las Tablas que recuerda a esos viajes a “ninguna parte” ¡durante 3'39"!- ya no puede ser: Había que acabarlo antes de las municipales, y lo hecho, hecho está. Pero ¿es mucho pedir aumentar entonces la frecuencia horaria del tramo MetroNorte, e incluso añadirle algún vagoncito más…?¿O es que la estación sólo se diseñó para dar cabida a los que vayan a su casa de la Moraleja a las 11 de la noche?

(3) ¿Es necesario con ya semejantes inconvenientes someter a los usuarios a vejaciones adicionales cuales son picar de nuevo el billete (en dirección Sur) o redireccionarnos hacia los tornos para cambiar de andén (en dirección Norte), produciendo un espectacular efecto Venturi (al concentrar el flujo de personas que literalmente corren y se dan codazos) angustiados por la posible pérdida del tren que amenaza –cumpliendo casi siempre- con largarse tan pronto logremos cruzar alguno? Sí se lo parece a los gestores de Transportes de la Comunidad o del Ayuntamiento: Si el responsable correspondiente es el tal consejero Lamela, ya entonces sí lo entiendo pues se trataría de la extensión a los usuarios del metro de su piadoso concepto de las virtudes del sufrimiento, que aplicó acusando sin contemplaciones de asesinos a los médicos que practicaban las sedaciones prescritas para enfermos terminales. ¿Seremos nosotros los siguientes conejillos de indias para comprobación del umbral de sufrimiento asumible tras su estratégica salida de la Consejería de Sanidad? Si fuera así, entendería que ya es tener “mono” de j…r lo que tiene este personaje, más propio del de la novela de Bram Stoker si no del original de Vladia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Suscribo totalmente lo comentado en esta entrada. Compensa la solución con tren + bus aunque eso exige gastarse algo más de pelas (o bastante más según qué mes)

Carlos dijo...

Fernando ¡vaya prosa! vuelve a dar en la diana.
Sin embargo, también creo que hubo un motivo económico en partir la Línea 10: se pudo hacer una línea 'barata' con trenes y estaciones de menor capacidad.