Como adiosgracias no debo utilizar –¡por ahora!- los servicios en cola de espera hospitalarios y hablaría sin conocimiento de causa directo, sí puedo sin embargo hablar de los intercambiadores pasados, presentes y futuros. Mi teoría (entiéndase como la modesta opinión del firmante de esta entrada) es la siguiente:
Un intercambiador es un subterráneo en donde enterrar el transporte público para dejar sitio en superficie al privado, ocultando así a los usuarios de éste último la molesta presencia de los pringados usuarios de aquél a la par que despejarles el asfalto de su aparatosa presencia… El marketing vende este producto pensando en los detentadores de motor individual propio consolándoles en su diaria infracción medioambiental con la venta de una supuesta ventaja en el vía crucis diario al ninguneando proletariado del vehículo público.
Algún eco de “deficiencias de señalización”, diseño polémico de ubicación y organización de paradas, etc me ha llegado de la puesta en servicio del de Moncloa –que sirvió con ocasión de su ahora 2ª inauguración parcial para un episodio más de la programada distracción perpetrada con el tomatoso asunto Espe-Gallardón-. No he usado mas que circunstancialmente ese intercambiador antes de la ampliación, y sé sus recorridos en zigzag para localizar acceso a otras líneas y a las paradas de bus –algunas fuera, para alivio propio, como la que lleva(ba) al CNSO de Aravaca- pero sé aún más al detalle lo que el de Avda. América me ha supuesto y lo que va a representar el de Plaza de Castilla si como me temo su filosofía es idéntica: Condenarnos a la inmunda subterraneidad a los esclavos del transporte público. Bajo el señuelo de aproximar e interconectar los flujos de tren y bus entre sí, se nos obliga a soportar insanas concentraciones en alvéolos enterrados -que mal mantenidos una vez acabada la obra, los convierte en viejos-, establecimientos de franquicia cutres, polvo, ruido y …contaminación (ésta apenas resuelta por cuatro ventiladores).
Lavabos y placa de inauguración del intercambiador de Plza. de Castilla
Hurtándonos el cielo de las plazas o avenidas que albergaban las paradas para dárselos a los vehículos particulares, se nos vende la moto de que nos agilizan el transbordo…¿Lo consigue el ubicar la parada en una raquítica dársena desconocida de una planta indeterminada a la que llegar en aparatosa fila india por escaleras infradimensionadas? Los mayores que gustamos del bus por el ahorro de escaleras y pasillos, la visión del paisaje urbano y la captura de emisoras de radio, nos las tenemos que ver de nuevo con la multitud y el estrés de esa infraciudad a lo Metrópolis cada vez más parecida a la ideada por Fritz Lang.
(*) Esta metáfora puede haber quedado antigua debido a las pantallas planas ;-)